lunes, 12 de octubre de 2009

ASÍ ALCANCÉ LA CIMA DEL CHO-OYU 8.201 metros, EL1º DE OCTUBRE DE 2009.






La tienda del Campo 3 era amplia, una North Face V-25 que le habíamos tenido que alquilar a un sherpa días atrás con el fin de desahogar los campamentos inferiores y poder tener en estos más amplitud para descansar cuando los seis coincidíamos (teníamos 3 tiendas en el campo 1 y otras 3 en el campo 2). En esta tienda a 7.500 metros de altitud y medio colgada en la ladera nos instalamos Traso y yo la tarde-noche del 30 de Septiembre, nos cenamos dos paquetes de fideos chinos y alguna chuchería más y al saco. Bueno, al saco con el mono Shehe de pluma puesto, claro. Por la mañana la consigna estaba clara, levantarse a las 02:00 h. para salir cortando hacia arriba a las 03:00 h. El frío era intenso y la noche se adivinaba corta. Sin darnos cuenta, los ojos como platos y puestos a la tarea de fundir nieve para conseguir el agua necesaria para la jornada que nos esperaba. Mientras nos vamos terminando de equipar desayunamos algo de mermelada, una infusión y alguna chocolatina. El tiempo pasa volando y vemos que nos cuesta mucho fundir nieve con el hornillo que estamos utilizando (no diré la marca) solo teníamos uno. Quizá esta tarea debíamos haberla hecho antes de acostarnos, pero, de haberlo hecho así aún estaríamos en ello. A las 03:30 h. Alejo y Francis, que duermen dos tiendas más arriba, nos dan un grito para ver como lo llevamos, pues... malamente... ellos ya casi están y saldrán a las 04:00 horas, por delante de nosotros. Para más "inri" cuando ya hemos conseguido terminar de rellenar los termos, los dedos de los pies se nos han enfriado hasta el punto que debemos sacarnos los botines y comenzar a frotarlos enérgicamente para recuperarlos y hacerlos entrar en calor de nuevo. Cuando nos damos cuenta las horas se nos han escurrido de entre las manos y cuando Traso y yo abandonamos la tienda del Campo 3 son las 07:00 horas. Pensamos que el día es largo y físicamente nos encontramos muy bien. El paso de la gente que va por delante nos deja una huella bastante marcada, eso nos facilita la labor y además por las bandas rocosas las empinadas canales y goulotes están equipadas con cuerdas fijas que han instalado los sherpas de las expediciones comerciales y en algunos tramos nos ayudan a superar las fuertes pendientes. Aunque... dan un poco de miedo..? el grosor de varias de estas cuerdas fijas no es más de 5 o 6 m.m. de diámetro, pero nosotros, pa arriba. Sobre el medio día el "Lorenzo" es abrasador y tenemos que despojarnos de la parte de arriba del mono de plumas y atarlo a la cintura. Debajo llevo una camiseta térmica y un sueter de forro polar y en las piernas unas mallas finas de Dry Lofft y otras de Polarflecee de Shehe. En los pies unos calcetines finitos y unos Falke para frío extremo y por supuesto las botas, unas La Sportiva que van como un guante y las ataduras, tanto del botín como de la carcasa, son super-cómodas y muy rápidas de hacer y deshacer. Ah! y en las manos, unos guantecicos finos de forro polar y mis manoplas tridedo Isard Extrem con Gore-Tex que, desde que subí con Alejo el Khan Tengri, les tengo mucho amor. Bueno, en la mochila también llevaba otros guantes y unas manoplas de Primalof de Marmot por si acaso, pero, realmente los días de cumbre hemos tenido suerte con la meteo y no ha soplado demasiado viento. He dicho los días de cumbre, sí... ya que el pasado sábado día 26 de Septiembre mis compañeros José Antonio Tarí y Jaime Antón fueron los primeros del equipo en coronar la cima del Cho-Oyu 8.201 metros, sobre las 12'30 horas (hora local china) mientras nosotros cuatro habíamos descendido a recuperar fuerzas al campo base avanzado 5.700 metros. Realmente el frío, durante la ascensión, no ha sido de los que "muerden" pero no podías descuidarte mucho, pues al paso de alguna nube y sobre todo al caer la tarde si que te "helabas vivo" pues la temperatura podía bajar hasta los 20-25º bajo cero. Sobre las 15 horas Traso y yo adelantamos a una pareja de alemanes, austríacos..? Yo le saludo a el con un "Hello..." y me contesta "yoo noo habloo inglés", pues bueno... sacabao la conversación. Seguimos subiendo y el cielo comienza a nublarse... Las palas de nieve que desde abajo se veían como anchos platós, "joder" platós... menudos rampones, las pendientes son bastante fuertes y la traza que han abierto los sherpas marca una línea muy directa desde el campo 3 hacia la cima, quizá por esta razón el itinerario actual sea mucho más atractivo que la ruta original del 54 inaugurada por una expedición austríaca comandada por Herbert Tichy. Comienza a nevar. Cuando llego al final de la última cuerda fija, no sé que hora sería, las 16-16'30 más o menos..? haciendo una travesía hacia la izquierda me encuentro con José Ant. Alejo y Francis Marcos que bajan de la cumbre a la que habían llegado a las 14 y 14'30 horas respectivamente. Me indican +/- lo que me queda y me pasan algunas barritas, chocolatinas y tarrinas de mermelada, hay que "engañar" al cuerpo con lo que sea. Mi compañero Traso está algo por debajo, no lo puedo ver pues está nevando con algo más de intensidad y hay mucha niebla. Yo sigo para arriba, las fuertes pendientes se han terminado. El terreno ahora es bastante cómodo y poco a poco se va hallanando hasta que se convierte en una vasta y plana meseta que me toca recorrer muy lentamente pues las fuerzas ya no están para tirar cohetes. Hace un rato que dejó de nevar y un cielo limpio y azul me da la bienvenida a medida que me voy acercando al cielo. Cerca del final aparece frente a mi, ante mis ojos, emergiendo por encima de un cúmulo de nubes una "pedaso" de montaña, que al principio me causa confusión, pero no... es el ¡¡Everest!!. Sigo unos cuantos metros más por la planicie y llego al final de la huella, sí... es el Everest, estoy viendo la cara norte del Everest, estoy en la cima del Cho-Oyu a 8.201 metros de altitud. Al igual que mis compañeros lo he conseguido sin utilizar botellas de oxígeno. Estoy solo, son los 19 horas, pero, creo que no soy muy consciente de ello. Traso que venía siguiéndome se ha visto obligado a retroceder. La nevada está siendo mucho más intensa en la cota donde el se ha encontrado con Alejo y Francis, 8.050 metros, y ante el posible riesgo de que empeore la meteorología y la caida de la tarde se impone la prudencia y desciende con ellos hasta el campo 2 a 7.100 metros, donde llegan sobre las 20'30 horas. Después de hacerme unas cuantas fotos del "careto" intentando sacar de fondo el Everest (la cámara de video tenía el objetivo roto) retrocedo sobre mis pasos y me cruzo con la pareja de alemanes, austríacos..? que aún más tarde que yo, van camino de la cima. Comienzo el descenso. Al poco rato el sol se esconde por el horizonte y la oscuridad me envuelve. Me envuelve... pero solo un momento, pues la luna brilla de forma espectacular y valiéndome únicamente de su luz veo la huella perfectamente. Para más seguridad voy siguiendo el recorrido por las cuerdas fijas y esto me permite no perder en ningún momento el itinerario. Me noto cansado, pero no agotado. Estoy bastante lúcido y sé que en pocas horas podré alcanzar la tienda del campo 3 a 7.500 metros y descansar. La jornada ha sido muy intensa y casi no he comido ni bebido, pero ahora solo quiero meterme en el saco e intentar descansar. Por fin a las 23 horas, después de cuatro horas de descenso llego al campo 3... www.dos8000.es

1 comentario:

Ximo L A dijo...

Extraordinaria gesta, magnífico relato. Enhorabuena y gracias por contarlo. Ximo