Quiero que este artículo sirva como homenaje a mi amigo Monserrate Vázquez Pastor y a Ang Lhakpa Sherpa, que fueron dos importantes "pilares" en esta expedición.
Nunca os olvidaré.
AL FIN SE LOGRA LA CUMBRE DEL MANASLU.
Recuerdo, en el campo II del Collado Nike a 5.850 metros de altitud, cuando me encontraba metido en mi saco con mucho frío y solo, dentro de una tienda Altus, escribí algunos textos en las pocas páginas en blanco que quedaron en el libro de firmas de la expedición, donde todos los amigos y colaboradores dejaron constancia con sus dedicatorias. La situación era tan complicada, que mis dudas sobre si podría alcanzar la cumbre, eran constantes.
Quito y Andrés ya hace días que han abandonado la montaña, pues deben regresar a España. Manolo afectado por problemas respiratorios se veía obligado a permanecer en los campos inferiores colaborando con Monse y José Manuel en las tareas, y como toque final, los sherpas (porteadores de altura) han tenido problemas con su jefe, Ang Lhakpa, y se han negado a colaborar, regresando uno de ellos a Kathmandú.
Esta noche que paso solo en la tienda, Lhakpa y Pasang duermen a unos metros en otra tienda, ambas, ha habido que desenterrarlas previamente ya que las contínuas nevadas han hecho que queden sepultadas por la espesa capa de nieve.
Los tres juntos nos esforzamos por realizar un nuevo ataque a la cumbre del Manaslu por la ruta Japonesa.
Amanece un nuevo día y todo parece encaminado a que la aventura continúe hasta la cima. Después de desayunar emprendemos la marcha hacia el campo III instalado sobre los 6.300 metros de altura, al abrigo de una gran barrera de seracs. Pero la escalada no se puede continuar. Nuevamente mi moral y la psiquis de todos mis compañeros: Manolo, Monse y José Manuel, se derrumba. Pasang ha sufrido un fuerte dolor de cabeza y después de superar una zona de hielo, muy vertical, equipada con cuerdas fijas, le veo tirado en la nieve con las manos apretándose la cabeza y con el rostro completamente empapado por las lágrimas de dolor. Está a punto de reventar. Lhakpa me mira y yo sin saber que hacer, saco de mi mochila algunas píldoras, después de leer las instrucciones y comprobar los síntomas, le administro un calmante. Su fuerte dolor de cabeza se ve agravado con un dolor en el pecho, que lo asocio al que ha sufrido Manolo, y que al parecer es un principio de edema pulmonar por falta de adaptación a la altura o bien por algún sobre-esfuerzo. Después de un rato, el tema finaliza cuando decidimos que debe regresar, pues conoce muy bien el itinerario hasta el campo base y se le nota algo más calmado, además el descenso beneficiará su recuperación. De todas formas estoy algo perplejo con este caso..? Lhakpa y yo continuamos, llegando al campo III, donde pernoctamos.
La suerte no está con nosotros. Toda la noche ha estado nevando y ahora por la mañana no podemos ni siquiera salir de la tienda, ya que ésta ha quedado totalmente cubierta por la nieve, pero nos las ingeniámos... a rastras. Estamos 3 horas desenterrando las dos tiendas que aquí tenemos instaladas. Al poco, llegan los cuatro miembros de la expedición japonesa, que han decidido abandonar la ascensión por el momento, debido a la gran cantidad de elemento blanco que ha caído.
Me asombro al verlos llegar, pues solo les veo de cintura para arriba mientras van abriendo huella, lo demás va cubierto por la nieve-polvo reciente. Esta decisión de los japoneses y una conversación mantenida por los sherpas de las dos expediciones, hace que tomemos todos camino de bajada. La meteorología sigue siendo muy adversa y hasta el momento no hemos tenido ni una sola semana contiínua de buen tiempo, hecho que no nos deja trabajar cómodamente en las alturas.
Tenemos que gastar nuestro último cartucho, es ya 17 de Octubre y el invierno está a punto de entrar en el Himalaya. Prácticamente todas las expediciones que han visitado Nepal, han abandonado las montañas o están a punto de hacerlo. Si queremos un período de buen tiempo no nos queda más remedio que seguir rezando... Los japoneses nos invitan a visitar el monasterio Lama de Samagaón, donde, después de donar una aceptable cantidad de rupias, los sherpas lanzan sus plegarias al dios Buda. El lama nos promete que a lomos de su veloz caballo viajará a Larkya Pass (collado situado a 5.200 metros de altitud, fronterizo a Tibet) donde intentará, con un potente soplo, alejar las nubes del mal tiempo. Esto para nosotros resulta ser una curiosa y sorprendente anécdota más para contar a los amigos y familiares. Con gran sorpresa y todos perplejos?, el día 18, amanece espléndido y aprovechamos para los preparativos. Hay que intentarlo de nuevo. Reanudamos desde el campo base la ascensión. Hemos unificado fuerzas y la cordada la componemos 2 sherpas: Lhakpa y Motti, Mr. Hori el japonés y yo. El día es magnífico y la temperatura agradable. En estos días he podido observar notables cambios: el frío de madrugada es más intenso y el arroyo cercano al campamento es puro hielo, las cascadas de agua procedentes de los glaciares superiores han dejado de sonar, los árboles se han quedado sin hojas, los campos se han secado o han sido segados y los rebaños de yaks han descendido a los pastos de Samagaón. El otoño está llegando a su fin en Nepal. Llegamos al campo base en época de lluvias, verano, hemos pasado casi todo el otoño y quizás aún toquemos el invierno.
Lhakpa y yo nos hemos acomodado en una de las dos tiendas del Campo III, preparamos sopa, té, manzanilla y café. Yo como quesitos, chocolatinas, galletas, membrillo y un bote de lentejas, él su típica pasta nepalí (tshampa con picante). En el campo II, hemos desayunado fideos, arroz y alguna infusión... Mr. Hori y su sherpa, Mott,i hacen lo propio en la otra tienda. De vez en cuando lanzamos gritos para comunicarnos. Sobre las 18 horas nos quedamos dormidos. Es la tercera noche que paso a esta altitud. El día 22, solo avanzamos 250 metros de desnivel, debido a dos enormes grietas que se han abierto en la pendiente y a la nieve virgen que nos agota en nuestro ascenso. El japonés da muestras de estar muy en forma, pues la mayor parte del recorrido va en cabeza. A 6.500 metros montamos las dos tiendas y pasamos otra noche... Son las 4 horas cuando comenzamos a equiparnos y sobre las 6 y media ya estamos en marcha. Hoy nuestro objetivo es alcanzar una considerable altura para montar lo que será el campo IV. La pendiente es suave aunque ganamos altura lentamente. El Collado Norte lo tenemos a nuestro nivel. Algo más tarde, en plena ladera del Manaslu, fabricamos un cuadrado en el hielo a golpe de piolet para instalar una tienda isotérmica donde pasaremos una noche más. Estamos a 7.100 metros de altitud. Mi estado físico es bueno, pero la altura se deja notar. Cada movimiento necesita una lenta preparación y cualquier esfuerzo es agotador. A las 5 de la tarde hablo por el walky de nuevo con Manolo y le informo de nuestra situación, me comenta que nos han visto mientras instalábamos la tienda y quedamos para ejecutar la última conexión a las 8 de la noche. Con la linterna frontal hago señas y efectivamente desde el campo I, Monse y José Manuel me confirman que están viendo la ténue luz. Nos despedimos hasta por la mañana a las 9 horas.
A media noche siento una sensación de ahogo que no me deja respirar.
Metido en mi saco intento sentarme y la operación resulta imposible de realizar. Me falta el aire... me esfuerzo por respirar… me ahogo… Estoy literalmente aplastado contra el nylon de la tienda junto al japonés. Somos cuatro personas para una tienda de 2/3 plazas. El poco oxígeno que hay a esta altura no es suficiente para todos. Hace mucho frío. El tejido Sofitex exterior de mi Mont-Sak lleva adosada una película de hielo por efecto del vaho condensado en el interior de la tienda.
Es aún noche cerrada cuando empezamos a caminar. Nuestro lento paso es iluminado por el foco de las linternas. La nieve está muy dura incluso hecha hielo. La pendiente cada vez se acentúa más y resulta agotador avanzar. El día empieza a despuntar, llevamos caminando varias horas. Lhakpa, Motti y Mr. Hori me comentan de llegar hoy 24 de Octubre a la cima del Manaslu. Yo no me encuentro en condiciones de efectuar una remontada de más de mil metros de desnivel en el mismo día (de 7.100 hasta 8.163 metros) por lo que no estoy de acuerdo. De todas formas vamos a intentarlo..? Para aligerar peso, no llevamos ni saco de dormir, ni la tienda de campaña. Solo metemos en la mochila lo estrictamente imprescindible y todo el equipo que llevamos puesto. Dudoso de poder conseguirlo, llevo también una funda de vivac de tejido Gore-Tex, “por si las moscas”.
Efectivamente la información que habíamos recogido en España sobre la última parte de la escalada, es cierta. Comprobamos que la pendiente llega a tener hasta 50º en el hielo/nieve dura y existe una franja de rocas que debemos superar. Estas dificultades a tal altitud hacen que el avance sea aún más lento y se extremen las precauciones. A los 7.400 metros, el japonés que ha quedado atrás con su sherpa, nos grita para comunicarnos su decisión de abandonar. Es un fuerte golpe para mí, pues lo considero un alpinista muy potente y caminar a su lado, en ciertos momentos, me daba confianza, además, los dos sherpas se entendían muy bien. Su decisión está tomada, no se encuentra en condiciones y se retira de la montaña. Su sherpa retorna con él. Lhakpa y yo continuamos hasta remontar las franjas de rocas cubiertas de hielo /verglas, utilizamos las cuerdas para asegurarnos hasta alcanzar la arista. Es medio día, pero no estoy seguro de la hora, me encuentro muy fatigado y me duele mucho la cintura. Conecto por el walky con Manolo y al oír su voz me pongo muy nervioso “ Lhakpa quiere continuar hasta la cumbre pero yo necesito descansar, he intentado seguir por la zona alta de la arista, pero la pendiente y los 7.600 metros de altitud me asfixian”. Manolo, Monse, José Manuel y todos los demás intentan darme ánimos, pero no tenerlos a mi lado, no escalar junto a ellos, hace que ahora psicológicamente este destrozado. Los nervios y la tranquilidad se me rompen y mi rostro en un momento queda empapado de lágrimas. Por un instante la comunicación queda interrumpida... Son las dos de la tarde
Quiero hacer entender a Lhakpa que si continuamos la noche caerá sobre nosotros y es más conveniente habilitar un lugar en el hielo donde poder hacer un vivac, de esta manera podremos descansar. Él no opina igual y me dice que pasar la noche sin saco ni tienda representa tener graves congelaciones y si le cortan dedos de las manos y de los pies pies, su familia y amigos no lo volverán a querer. En realidad los dos corremos el mismo peligro, pero creo que no queda otra solución.
Durante algún tiempo buscamos un lugar donde resguardarnos del viento, pero no lo hay. Hemos tropezado con un depósito de material abandonado, al parecer japonés, e intentamos a golpes de piolet recuperar algunos objetos, bueno los golpes los da él, yo estoy casi muerto.... Está todo formando bloques de hielo: 2 sacos de dormir, 2 chaquetas de pluma, colchonetas, botellas de oxígeno, etc... todo inservible, solo podemos aprovechar una tela de nylon con la que fabricamos una especie de cobijo-tienda, donde nos introducimos tumbados, en el mismo hueco que ha quedado en el hielo. Comienza a oscurecer. Mientras, fundimos nieve con el hornillo para obtener un par de litros de agua y poder tomar una ración de sopa e infusiones. Llamo al campo I para hablar con mis compañeros, que conscientes de la situación, me dan instrucciones para que esta noche no nos dejemos llevar por el sueño. Estamos a 7.650 metros de altitud.
Tendremos el walky conectado hasta que amanezca, comunicando cada 60 minutos. Lhakpa se ha enrollado con una tela de nylon que le ha prestado Mr. Hori y tiene las piernas metidas en la mochila. Yo con todo el equipo que llevo puesto me introduzco en la funda de vivac, sólo aflojo las cordoneras de las botas para facilitar la circulación de la sangre. Constantemente movemos los pies y las manos para evitar congelaciones. El viento hace temblar fuertemente nuestra tienda de fortuna -tenderete- y así el frío es aun más intenso. Noto como los dedos de los pies están endurecidos. Salgo del saco y los muevo sin cesar ayudando con las manos, las cuales voy calentando con el fogón del hornillo. La temperatura está en unos 30º bajo cero. La noche va a ser muy dura.
Mis compañeros en el campo I, no saben lo que hacer para mantenernos despiertos, nos cuentan chistes, oímos música, Lhakpa habla con los suyos... esto del walky es una maravilla. El sherpa y yo hablamos poco, las palabras van acompañadas de un contínuo castañeteo de los dientes, estamos tiritando. El viento ruge cada momento más fuerte y la noche pasa muy lentamente. Mi pie derecho esta totalmente endurecido, ya no hay forma de recuperarlo.
Un fuerte dolor de estómago me obliga a salir fuera del cobijo. Hay luna llena y la nieve tiene un resplandor brillante, pero no es momento de contemplar el maravilloso paisaje. En unos segundos quedo helado por el viento que no cesa. Sobre las 3 de la madrugada comenzamos a fundir nieve para obtener agua y tomar alguna infusión, mientras, vamos preparándonos y haciéndonos él animo de que debemos continuar la ascensión. Los dos realizamos las operaciones muy despacio, tenemos los huesos entumecidos y la altura afecta cualquier maniobra dentro y fuera de esta mini-tienda. Sobre las 6 horas emprendemos la marcha. No llevamos comida, ni gas, ni agua, solo el equipo de alta montaña y la máquina fotográfica, no conviene cargar la mochila con mucho peso, tenemos que conseguir la cumbre y arriesgaremos hasta donde creamos posible. Me encuentro muy débil, llevamos días sin comer nada sólido y a esta altura mi cuerpo se degrada a velocidades increíbles. Voy subiendo la pendiente mentalizado en los pasos que debo dar para luego ponerme a descansar, 15, 20, 25 pasos, luego 4-5 minutos de descanso. La escalada de los primeros tramos es muy entretenida, pero bastante dura, discurre por zonas de nieve muy empinada salvando varios tramos de grandes rocas hasta los 7.800 metros. A medida que nos acercamos a la cumbre la pendiente se hace más fuerte y el cansancio es obsesivo. Mi mente solo piensa en aguantar… mi corazón me dice que no lo resistirá... La respiración se va haciendo imposible y noto los latidos como si me golpearan en el pecho como un tambor. A 7.900 metros veo el Pináculo, en la pendiente izquierda, como queda muy por debajo de la cumbre principal del Manaslu. Necesito descansos más a menudo y en ocasiones pienso que no tenía ninguna necesidad de este sufrimiento. Solo voy pendiente de no perder el equilibrio para no caer al vacío, es terrible. Mis sentidos están alerta, a esta altura son muchos los casos que se han dado de edemas cerebrales o pulmonares y ambos son mortales. Con mi teoría de subir muy lentamente voy ganando altura. Sé que falta muy poco para alcanzar la cumbre, quizá unos 150 metros de desnivel, pero mi agotamiento es total. Poco después, veo que Lhakpa se adelanta y llega a una especie de amplio collado superado por una arista y grandes peñascos. En un descanso lo miro y le veo hacerme señas, al parecer estamos muy cerca de la cumbre. Me adelanto junto a el y en efecto, solo queda remontar la arista de nieve. Nos aseguramos con la cuerda y remontamos la arista que tiene mucha nieve acumulada. A unos metros de la cumbre, caigo de rodillas en la nieve. No puedo avanzar más. Me falta oxígeno, no puedo respirar. Me recupero y consigo apoyado en el piolet, alcanzar la cima ¡¡cumbre!! del Manaslu. Son las 12:50 horas del 25 de octubre de 1988. Largas horas han transcurrido desde nuestra salida del vivac, pero ha valido la pena. El paisaje es maravilloso. Todo el Himalaya está a nuestros pies. Vemos el Daulagiri, el Anapurna, el Machapuchare, el Himlum Himal y otros muchos por el oeste, por el este hay niebla y al norte la gran estepa tibetana. Lhakpa me da un fuerte abrazo, tan fuerte que me quedo sin respiración. Me encuentro “hecho polvo”, literalmente “fundido”. Hacemos fotos, colocamos las banderas, dejamos el libro de firmas enterrado en la nieve y hablo con el campo I, no puedo articular bien las palabras, pero me entienden. Estoy helado de frío. Quiero gritar, cantar, pero mi agotamiento es increíble y no puedo. Me animan, me gritan. El campo es una verbena de alegría. Aquí en la cumbre del Manaslu reina algo más de silencio aunque la satisfacción y la alegría también son inmensas.
En un momento pasan por mi mente montones de recuerdos y cosas, mi familia, amigos, otras montañas, los preparativos de la expedición, otros amigos de los que ahora, a esta altura, me encuentro mas cerca: Rafa Gutiérrez, El Ñelo, Manolo Candela, Rosalía Alarcón, Tomas, Jordi... en los cuales durante muchos meses estuve pensando y conmigo su recuerdo ha subido hasta esta montaña, la octava más alta del mundo… de la Tierra, donde ellos hubieran querido estar algún día. Por el walky les digo “me gustaría cantar una habanera pero me ahogo”. Todos los del campo I no paran de gritar, Monse me dice “ Tienes más huevos que todas las mujeres de mi pueblo juntas”, Manolo “Chaval cuando te recuperes te darás cuenta de lo que has hecho”, José Manuel “ Eres el más grande”. A los demás les oigo sin cesar “ Jonh summit, Jonh summit, yes, yes”.
Tengo más frío que en toda mi vida y eso que nunca había llevado un equipamiento tan bueno, pero estoy muy contento de haber conseguido el primer ochomil ilicitano.
Desde su campo base, los japoneses, conectan con la misma frecuencia nuestra y nos dan la enhorabuena. De su parte todo son felicitaciones y congratulations. Hoy mismo abandonan definitivamente la montaña sin hacer un nuevo intento.
Después de estar unos 30 minutos en la cumbre comenzamos el largo y penoso descenso, tenemos que alcanzar el campo IV donde pasaremos la noche. Desciendo gracias a que la inclinación de la pendiente me atrae, si fuese llano no tendría fuerzas para soportar el peso de mi cuerpo y posiblemente me abandonaría a mi suerte. Lentamente voy descendiendo, Lhakpa se ha adelantado para preparar un rapel en la banda de rocas que habíamos escalado ayer. Hacemos una tirada de unos 120 metros y colocamos también el último trozo de cuerda que nos queda, ya no podremos asegurarnos en caso de necesidad. Luego toda la ancha y larga pendiente de hielo y nieve hasta la tienda que dejamos instalada a 7.100 metros. Cuando hablamos con el Campo I nos comunican que han visto dos puntitos bajando por la ancha pendiente de hielo. El día 26 y de tirón descendemos desde el campo IV hasta el campo I, 2.400 metros de desnivel. En los campos intermedios abandonamos mucho material, imposible acarrear con tanto peso: tiendas, tornillos para hielo, estacas, cuerdas, mosquetones, comida, gas, etc... Rapelamos por todos los sistemas de cuerdas fijas, instaladas hasta el Collado Nike, donde nos encontramos con Manolo y Monse que han acudido en nuestra ayuda. Nos alivian en el peso de nuestras mochilas y recuperamos algunas cosas del Campo II. Seguimos bajando sin perder tiempo pues esta oscureciendo. Lhakpa baja muy rápido y eso que arrastra un petate de casi 50 kilos. Manolo y Monse cargados con mas de 20 kilos cada uno, bajan muy lentamente.
Tenemos que llevar mucho cuidado pues hay que cruzar o saltar muchas grietas en el glaciar, algunas de ellas están mucho más abiertas que hace unos días y el peligro es mayor. Sin ningún problema más, llegamos cansados pero muy felices al Campo I, donde toda la noche hay fiesta. En los próximos días, preparativos para la marcha de regreso al campo base y después a Kathmandú donde embarcaremos en un boeing de regreso a Elche.
A posteriori de la ascensión se dieron algunas coincidencias:
- Primer “8.000” para la provincia de Alicante.
- Máxima altura conseguida en la Comunidad Valenciana.
- Primer español en la cima sin botellas de oxigeno artificial.
- 2ª expedición española en la cumbre (después de 13 años).
- Cumbre el día 25 de Octubre de 1.988 a las 12'50 horas.
- Juan Agulló Artero, primer alpinista de la provincia de Alicante en escalar un 8.000.
Para mí, personalmente representó, no solo un reto deportivo, sino también humano. Por un lado, la convivencia con los compañeros durante tantos días (casi tres meses) y con los Sherpas, que me permitió conocer su lealtad, su fuerza, su voluntad y su sencillez, tengo claro que sin su ayuda no se hubiera conseguido la cima. Por otro, comprobar que la ilusión, el espíritu de sacrificio y la fuerza por sobrevivir, que puede desarrollar el ser humano, te pueden llegar a arrastrar hasta el mismísimo infierno o elevar a lo más alto del planeta.
Expedición ELCHE AL HIMALAYA, organizada por miembros de la Unión Excursionista de Elche y del Grup Il.licitá de Muntanyisme. Agosto/Octubre de 1.988.
Quito Soler Díez.
Manuel Penalva Martínez.
Monserrate Vázquez Pastor.
Andeu González.
José Manuel Rodriguez Valero.
Juan Agulló Artero.
PD: Mil gracias a mi amigo Vicente V. García, por la "treballona" que se ha pegado para escanear todas estas diapositivas.
martes, 8 de julio de 2008
MANASLU 8.163 metros. LA 8ª MONTAÑA MÁS ALTA DEL PLANETA. XXº ANIVERSARIO DE LA SEGUNDA ASCENSIÓN ESPAÑOLA, CONSEGUIDA POR LOS ILICITANOS EN 1.988.
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jaa.
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2 comentarios:
Me ha enviado un sms mi amigo Manolo Penalva (desde Bilbao) para saludarme y me dice: "...hace 20 años y parece que fue ayer...".
En efecto, en Octubre de 1988, tal día como antes de ayer, la Expedición Elche al Himalaya alcanzaba la cima del Manaslu de 8.167 metros, el primer OCHOMIL para la provincia de Alicante. Él como yo, tiene ese recuerdo muy vivo en su interior. Gracias amigo por recordarme aquellos momentos tan lejanos, pero, a la vez tan intensos. Nos vemos. Un saludo.
Muy buena Crónica, Juan. Enhorabuena por tu curriculum montañero.
Un saludo.
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